sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo uno.


Todo estaba listo. Ropa, MacBook, iPhone, comida española, regalos para los niños… Todo estaba repartido en mis tres enormes maletas rosas y los documentos estaban metidos en mi bolso. Mis padres no me dejaban marcharme, las chicas ya me estaban esperando en la puerta de embarque pero iban a ser 6 meses en Londres sin ver a mi familia. Está bien, lo admito, yo también los iba a echar de menos. Mi hermana no dejaba de pedirme que le enviara regalos por correo. ¿Cómo iba a olvidarlo? No puedo traer de vuelta nada más que lo que hay en mis maletas. Tendré que enviarlo todo por correo. Por fin me dejaron marchar y me reuní con mis amigas que ya estaban en el avión. Me senté junto a ellas y empezamos a hablar sobre lo que haríamos en Londres durante esos 6 meses en los que trabajaríamos cuidando a niños salvo Rebeca y Sara que lo harían de perros. Sin embargo, durante el despegue, nos quedamos todas calladas y no mirábamos por las ventanillas como es lo normal en los vuelos. Nosotras nos mirábamos los pies. Era la primera vez que nos separábamos tanto tiempo de nuestras familias y también nos separaríamos nosotras, ya que las casas dónde viviríamos los próximos 6 meses están bastante separadas… Cuando las luces aseguraban que nos podíamos quitar los cinturones, empezamos a hablar de nuevo y conseguimos jugar varias partidas del UNO antes del aterrizaje.

El aeropuerto era completamente nuevo y pasamos a recoger nuestras maletas facturadas antes de despedirnos y prometer llamar al día siguiente una vez estuviéramos instaladas y supiéramos nuestros horarios para comenzar a planificar cuándo nos veríamos.

Los Watson al completo habían ido al aeropuerto para recogerme. La madre, Anne, rubia con los ojos azules y con pecas, parecía mi propia madre, ya que nos parecíamos bastante. El padre, Jack, pelirrojo y también con los ojos azules parecía realmente un hombre de negocios como me habían informado. Los dos niños sujetaban un cartel enorme dónde podía leerse perfectamente “AZAHARA PRIEGO”, mi nombre. Al lado de mi familia a partir de ahora, había otras familias o solo un hombre o una mujer, también con carteles en los que estaban los nombres de mis amigas. Nos dimos todas un último abrazo y nos dirigimos hacia nuestras familias. Los niños, Sophie y James, me recibieron con un largo abrazo mientras los padres me dieron un apretón de manos y me sonrieron. Menos mal que ya estaba acostumbrada al poco contacto físico de los británicos de mis anteriores visitas al país que ahora iba a ser mi hogar. Jack me pidió permiso para ayudarme a llevar una de mis tres maletas y le dije que no me importaba llevarlas sola, pero no engañaba a nadie. No podía llevarlas todas. Sophie me cogió la maleta pequeña y Jack se llevó la más grande. Les sonreí y me llevé la maleta mediana mientras los seguía hacia el coche. Los ayudé a cargar mi equipaje en el maletero y me metí en la parte trasera, al lado de las sillas de los niños. Ayudé a Anne a asegurar a James y a Sophie en sus asientos y nos marchamos.

La casa estaba situada en la periferia de Londres pero en los límites que me permitían comprar la OYSTER con la que me podría mover usando el metro y el bus en Londres sin problemas y además disponía del coche de los Watson; bueno, no exactamente su coche, sino uno que habían conseguido sólo para mi y para mis labores de niñera.

Me despedí de ellos con un simple “Good night and thanks for everything.” y me llevé mi equipaje a mi nuevo dormitorio. Al día siguiente les daría a los niños sus regalos y a los padres la comida española que traía en la maleta.

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