sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo dos.


Después de una corta noche en la que dormí muy poco, o eso me pareció; me desperté a las 5, me duché en mi baño personal, me trencé el pelo y me pinté una fina raya azul en los ojos. No me maquillo nunca pero aquel día las ojeras eran demasiado visibles para pasar de ellas. Bajé las escaleras y encontré a Jack desayunando huevos con bacon y café con un perfecto traje y corbata. Y a Anne llevándole el periódico del día a la mesa, con un precioso vestido verde. Los niños estarían durmiendo todavía. (Conversaciones en inglés)

 Buenos días. ¿Cómo están?
 - Buenos días, “Asagara”. – Tendré que acostumbrarme a ese nuevo nombre, pensé. - ¿Quieres desayunar? – Me preguntó Anne.
- Pues… sí, claro. – Le pedí a Anne que me explicara dónde estaba todo, ya que a partir del día siguiente sería yo la que hiciera el desayuno de los niños y todo lo demás. En realidad fue fácil. Eran bastante ordenados y lo tenían todo con etiquetas, por lo que entendí que me dijo Anne, para que me resultara más fácil a mí hasta adaptarme. Me hice el desayuno y me senté frente a Jack que leía el Times.
- Esto… - Anne y Jack me miraron, tomé aire y continué con mi pregunta. - ¿Qué  tengo que hacer hoy?
- Hoy? ¡Nada! Los niños empiezan mañana en el colegio y será mañana cuando empiece tu trabajo. Hoy tienes el día libre. Conoce el barrio y conduce con tu nuevo coche. Así te acostumbras al lado contrario.
- Vaya… Gracias, no es mala idea. Creo que iré a conocer la zona y dónde está el colegio y todo eso. – Desayuné rápidamente, me despedí de los Watson y salí por la puerta diciéndole adiós al pequeño James que bajaba las escaleras frotándose los ojos y con un oso de peluche en la mano.

Al abrir la puerta me di cuenta que toda la acera de enfrente estaba llena de chicas histéricas gritando a la puerta de hierro de la urbanización de delante de la casa, pero no le di importancia porque acababa de ver mi nuevo coche. Un mini negro descapotable. Me quedé con la boca abierta y me juré darle las gracias a los Watson haciendo todo lo posible porque estuvieran orgullosos de mí. Me subí en mi mini y comencé a conducir por el lado izquierdo. Era extraño, pero gracias a que tenía mi GPS y que el barrio era muy tranquilo no tuve ningún problema en llegar hasta el colegio, di un paseo por el gigantesco parque, almorcé un sándwich y un café y regresé a casa antes de la cena. Pero las chicas histéricas no me dejaban aparcar. Me pregunto qué estaban rodando en esa urbanización, igual alguna película o simplemente que algún famoso vivía ahí. Sólo espero que por las noches no griten y me dejen dormir, porque sino la que gritará seré yo.

Cené con la familia, les di la comida que había traído de España y Anne la puso rápidamente en la despensa dándome las gracias una y otra vez, y los regalos de James y Sophie quienes durmieron junto a sus nuevos ositos de peluche con lazos con la bandera española. Me fui a mi habitación y recordé que no había llamado a mis padres. Decidí que los llamaría al día siguiente, cuando llevara a los niños al colegio pero les escribí un correo para decirles que estaba bien y que la familia me trataba muy bien. No les conté lo del mini porque me matarían si se enteran que estoy conduciendo en Inglaterra. Apagué el ordenador y me tumbé en la cama. Los gritos de las chicas se oían lejanos pero entendí una frase que me hizo abrir los ojos, tanto que tardé 3 horas en dormirme… “ONE DIRECTION”.

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