Después de 5 días sin ver a mis nuevos amigos y a mi novio,
llegó el viernes y con él, el tourbus de One Direction que se detuvo en la
puerta de la urbanización. Yo estaba recogiendo las habitaciones de Sophie y
James y no tenía mi iPhone cerca por lo que no escuché que Liam me llamaba
durante toda la mañana. A las 3, cuando iba a recoger a los niños al colegio,
vi las más de 50 llamadas perdidas de Liam y me quedé sin aire. No me había
acordado de que ese día volvían. Comencé a conducir y recogí a los niños, los
llevé a casa y se subieron a dormir. Aproveché para llamar a Liam quién me
contestó al primer tono.
- ¿Estás bien? – Fue lo primero que escuché.
- Sí. Lo siento.
- No pasa nada. ¿Puedo verte?
- ¿De verdad lo preguntas?
- Voy. – Y me colgó.
A los dos segundos sonó mi teléfono en mi mano. Era Liam.
- ¿Qué pasa?
- Te quiero. No te lo había dicho. – Y volvió a
colgar.
No pude evitar sonreír. Este chico me hacía feliz. Me fui a
la cocina y comencé a preparar palomitas y calenté leche para hacer chocolate.
Liam llamó a la puerta y le abrí. Al verme, sonrió y me abrazó levantándome del
suelo y, cuando me bajó me besó largamente cerrando la puerta con el pie. El
chocolate empezó a borbotar y ambos salimos corriendo hacia la cocina. Saqué
las palomitas del microondas y puse el chocolate en vasos. Liam sacó una
película de su mochila pero no pude ver el título antes de que la pusiera en el
DVD y volviera a por la bandeja de las palomitas y el chocolate. Fui hacia el
salón sonriendo y pensando que tenía el mejor novio del mundo cuando vi en la
televisión el título de la película: Love Actually.
- Vaya… Esto es diferente a lo que me tienes
acostumbrada, Señor Payne.
- Lo se. Es de Harry. Me la ha prestado
prometiéndole que solo la vería contigo. Pero claro, ¿con quién más la vería?
- Pues vamos a ello. – Me senté en el sofá y cogí
la colcha ya que empezaba a hacer frío, y me tapé. Liam se sentó a mi lado y lo
tapé a él también.
La película comenzó y Liam y yo estábamos acurrucados
abrazándonos el uno al otro. Mi cabeza estaba apoyada en su hombro y, de vez en
cuando, notaba como sus labios tocaban mi pelo. Durante toda la película, sus
manos enrollaban los mechones de mi pelo y me hacía cosquillas en la espalda.
Ninguno de los dos prestaba verdadera atención a la película, hasta que me
harté y comencé a besarle.
- ¿No estábamos viendo la película? – Me preguntó sin
apenas despegar sus labios de los míos.
- No. Ninguno de los dos lo está haciendo. – Y
seguí besándolo.
No sé cómo ocurrió pero acabamos en mi habitación, no sin
antes comprobar que James y Sophie dormían profundamente. Cerramos la puerta
con llave y comenzamos a quitarnos la ropa el uno al otro. Yo empecé quitándole
la camiseta, descubriendo ese perfecto cuerpo esculpido que tenía y él me quitó
mi camiseta sonriendo ante mi cuerpo semidesnudo con mis curvas y mi
barriguita. Le desabroché el pantalón lentamente y, creo que conseguí
desesperarlo, ya que acabó quitándoselos él a la vez que me los quitaba a mí
tardando mucho menos de lo que esperaba. Me cogió con una mano por la cintura y
me tumbó dulcemente en mi cama. No paraba de observar cada milímetro de mi
cuerpo pero yo no podía separar mis ojos de los suyos. Comenzamos a besarnos.
Primero lenta y dulcemente, después más rápida y provocadoramente. Las manos de
Liam recorrían todo mi cuerpo hasta llegar a mi ombligo dónde se detuvo
haciendo que un escalofrío me recorriera la espalda. Pero se por qué se detuvo:
James se había despertado. Me separé de él y me vestí rápidamente. James estaba
en su habitación jugando con sus juguetes haciendo mucho ruido y lo observé
desde el marco de la puerta sonriendo, mientras Liam aparecía tras de mí. Nos
miramos y suspiramos. Decidimos sin hablar bajar de nuevo al salón y terminar
la película. De nuevo nos abrazamos, esta vez aún más pegados que antes y
disfrutamos de la película. Tendría que darle las gracias a Harry por dejarle
la película a Liam. Cuando acabó, Liam se levantó del sofá, se despidió de mi
con un beso, me dijo que me llamaría más tarde y se marchó. Recogí la bandeja
de palomitas y chocolate y lo limpié todo antes de hacer la cena para Sophie y
James, quienes comieron y se volvieron a sus habitaciones. Mi teléfono no sonó
en el resto de la tarde. Jack y Anne llegaron de trabajar cansados y se
marcharon a su habitación diciéndome que tenía la noche libre y la mañana del
día siguiente también. Llamé a Liam para decirle que tenía la noche libre y me
dijo que me fuera a su casa.
Cogí mi pijama y una muda para el día siguiente. Además cogí
mi ordenador puesto que quería que me pasaran el vídeo y las fotografías del
videoclip de Up All Night. Salí de mi casa y llegué a la urbanización dónde un
pequeño grupo de fans me reconoció y me pidieron autógrafos y fotos. Liam salió
a por mí al ver que tardaba mucho y, después de hacernos fotos juntos con las
fans, conseguimos que nos dejaran entrar en la casa.
La casa de los chicos estaba demasiado silenciosa.
- ¿Dónde están los chicos?
- Se han ido el fin de semana a casa de Harry. Por
eso te llamé esta mañana, estaba solo. – Habló lentamente y parecía incómodo
hablando de ello.
- Ah… Lo siento… Otra vez.
- No lo sientas. – Me cogió la barbilla
obligándome a mirarlo. – Ahora estamos juntos de nuevo. – Me besó, pero se
separó rápidamente. - ¿Qué quieres hacer?
- No sé… - Hice como que pensaba arrugando mucho
la frente y la nariz haciendo reír a Liam. - ¿Qué tal… - Rodeé el cuello de
Liam con mis manos y me puse de puntillas. - … si retomamos lo que dejamos esta
tarde?
- Ummm… Me parece bien. – Susurró en mi oído y me
cogió en volandas, pegué un gritito pero después me reí.
Me llevó hasta su habitación y me colocó en la cama bocarriba
y él se tumbó encima de mí. Me cogió las muñecas y empezó a besarme. Primero la
boca, luego bajó al cuello y me mordió varias veces el lóbulo de la oreja,
haciéndome sentir cosquillas en la espalda. Le quité la camisa y él la mía.
Sonreímos al sentir nuestros cuerpos semidesnudos tan juntos y nos quitamos los
pantalones el uno al otro, lentamente, besándonos a cada momento. Liam
desabrochó mi sujetador y lo tiró tras él. Después, empezó a tocar mis senos y
a juguetear con mi tripa como si fuera un bebé haciéndome reír y entonces me
miró apasionadamente y me quitó el tanga de un tirón y yo hice lo mismo con sus
boxers. Coloqué un preservativo en el “pequeño Liam” y él no esperó más. Me
dolió un poco, porque fue muy rápido pero debió de darse cuenta y después fue
mucho cuidadoso conmigo. No obstante, fue increíble. Nos movíamos
acompasadamente y todo lo que hacíamos era unirnos más. No había nada ni nadie
que pudiera separarnos ahora.
Fue una noche maravillosa y dormimos juntos sin taparnos con
las sábanas puesto que nuestra temperatura corporal estaba muy elevada. Mi
cabeza reposaba en los pectorales de Liam y sus brazos me sujetaban dulce pero
fuertemente, como si Liam temiera que pudiera irme, cosa que nunca pasaría.
Estaba demasiado cómoda como para irme. Por la mañana, desperté en los brazos
de Liam que estaba despierto.
- Buenos días. – Le dije.
- Buenos días, preciosa. – Me contestó besándome
la frente.
- ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
- No sé… ¿Media hora?
- ¿Media hora? ¿Y por qué no me has despertado?
- No se, eres muy dulce durmiendo. Me he quedado
observándote y ha sido el mejor despertar de mi vida.
- El mío también. – Me tumbé encima de él y lo
besé. Liam me devolvió el beso mientras me apartaba el pelo de la cara con sus
delicadas manos. Hasta que nos rugieron las tripas a ambos y comenzamos a reír.
- ¿Tienes hambre? – Pregunté.
- Sí. ¿Y tú?
- También. ¿Qué quieres desayunar? – Le pregunté
mientras me disponía a levantarme y me senté en el borde de la cama aún desnuda
y sintiendo la mirada de Liam en mi espalda. Me abrazó por detrás y me besó el
hombro.
- No te voy a dejar cocinar. Dúchate y baja. Yo
haré el desayuno.
- No. – Me miró con cara de enfado. – No. Tengo
una idea mejor.
- ¿Sí?
- Sí. – Me acerqué a sus labios aunque sin llegar
a besarle. – Dúchate conmigo.
- Ummm…. Me gusta esa idea. – Me cogió por la
espalda y me llevó al baño mientras yo pataleaba para que me soltara, pero sólo
me soltó dentro de la bañera y él se metió conmigo mientras abría los grifos.
Tardamos una hora en ducharnos pero ninguno de los dos quería dejar al otro.
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