Había pasado un
mes. Un mes desde la primera y única pelea que había tenido con Liam. Y el día
en el que me tendría que ir de Londres estaba más cerca de lo que nunca me
había puesto a pensar. Sólo me quedaban 3 semanas en esa ciudad y no estaba
preparada. No me quería marchar y dejar a Sophie y James. Pero mucho menos
quería dejar a Liam. Cada vez que pensaba en eso, el recuerdo de las horas que
pasamos separados llenaba mi mente y notaba un vacío en el estómago, el cual
era más fuerte cada vez que pasaban los días.
A mitad del mes de
febrero desperté en la cama de Liam y al verle allí, abrazándome completamente
dormido, volví a experimentar ese vacío en el estómago mucho mas fuerte que
nunca. Tuve que hacerme un ovillo en la cama debido al dolor que sentía.
-
¿Te
pasa algo? – Me dijo Liam, con esa grave voz matinal que, a pesar de escucharla casi
todos los fines de semana, no llegaba a acostumbrarme.
-
Me
duele la tripa. No es nada. – Me abracé a mí misma, intento soportar el dolor
que sentía en mi interior, pero estar cerca de Liam me dolía aún más, ya que
las horas que pasaba con él eran las últimas que íbamos a vivir.
-
Ven
aquí. – Me abrazó aún más fuerte y me acercó a él, atrapándome entre sus brazos
y haciendo que mi cuerpo encajara en la postura que él había tomado. – Hoy
tengo una sorpresa para ti.
-
¿Qué? –
Pregunté olvidando lo que me estaba haciendo morir de dolor.
-
Que
tengo una sorpresa para ti. – Repitió.
-
¿Por
qué? – Pregunté mientras me giraba para mirar de frente a mi novio. Le vi
sonriendo.
-
Te lo
diré cuando lleguemos. – Me besó la frente y se separó de mi.
-
¡Eh! –
Grité y tiré de su camiseta antes de que saliera de la cama, le obligué a
tumbarse de nuevo y me lancé sobre él.
-
¡Eh,
Aza, que ya no puedo más!
-
Idiota…
- Reí y le besé la nariz. – ¿Me vas a decir lo que te traes entre manos?
-
Ya te
lo he dicho… - Puso sus brazos tras su cabeza haciendo que se le marcaran los
bíceps. – Es una sorpresa que te diré cuando salgamos de la cama. – Sonrió y yo
fruncí el entrecejo esperando más información. – Pero… - Me cogió por la
cintura y me colocó bajo él con un rápido movimiento casi sin darme cuenta. No
tenía escapatoria. – También podemos quedarnos aquí… - Me besó la nariz. - … Y
revivir lo de anoche. – Se quedó a unos milímetros de mi boca haciendo que mi
corazón casi se saliera del pecho.
-
Creo… -
Tenía la respiración agitada y sabía que él se estaba riendo de mi. – Creo que,
por una vez, prefiero la sorpresa. – Vi como se borraba la sonrisa de la cara
de Liam y aproveché para robarle un beso. Cuando nos separamos, volvía a
sonreír. - ¿No vas a decirme la sorpresa hasta que me levante?
-
No. No
te la voy a decir hasta que lleguemos.
Saltó ágilmente de
la cama y me dejó allí. Le vi entrar en el baño y me levanté de la cama. Recogí
mi ropa del suelo y fui hacia el baño. Me detuve en la puerta observando la
musculosa espalda de mi novio mientras se afeitaba. No podía dejar de mirarle,
hasta que se dio cuenta de que le estaba observando y se rió.
-
¿Qué
pasa? ¿Has vuelto a arañarme la espalda? – Dijo mientras reía.
-
No,
idiota. – Respondí sonrojándome al recordar que había arañado en varias
ocasiones la espalda de Liam sin darme cuenta. - ¿Me dejas un poco
de intimidad?
-
¿De
verdad? – Me miró sorprendido, ya que nunca le había pedido algo así.
-
Sí. Lo
necesito. Por favor.
-
Está
bien. Termino de afeitarme y te dejo, haré el desayuno.
-
Me
parece bien.
Un minuto después
estaba sola en el baño. Me metí en la ducha y dejé que el agua fría me
relajara. Aún sentía ese vacío en el estómago, pero cada vez era más débil. La
sorpresa de Liam había abierto un interés inusual en mi. Salí de la ducha, me
puse el jersey rojo, los vaqueros y las botas que había llevado al cine la noche
anterior y salí de la habitación aún con el pelo mojado. Encontré a Liam en la
cocina, rodeado de los demás.
-
Oye,
Aza, la próxima vez que te quedes avísanos para poner la música alta. – Dijo
Harry mientras me guiñaba un ojo.
-
Eso.
Que no he podido… - Bostezó Louis. – Pegar ojo.
-
La
próxima vez os invito al espectáculo. – Respondí acercándome a la mesa y
robándole una tostada a Niall, ganándome unos minutos de pelea de cosquillas
con el leprechaun pero gané tragándome la tostada en un tiempo récord. Niall me
miró enfadado y se volvió a por otra tostada mientras yo reía por lo bajo. Fui
a la nevera y cogí un pequeño bric de leche y bebí. Liam me abrazó y me dio un
beso en la frente.
-
¿Estás
lista?
-
Sí. No
tengo ganas de secarme el pelo así que me pondré un gorro.
-
Perfecto.
– Miró a los demás. – Chicos, nos vamos. Si Marco nos reclama, avisadme.
-
Vale,
Leeyum. – Dijo Zayn.
Liam me cogió de la
mano y me llevó hasta la puerta. Cogió el gorro, que dejé olvidado unas semanas
antes en su casa, de la mesa de la entrada y me lo puso suavemente. Cogí mi
abrigo y me lo puse mientras él se ponía el suyo.
-
Iremos
en el coche, porque está un poco lejos.
-
De
acuerdo.
-
¿Ya no
vas a preguntar más?
-
No.
Porque se que no me dirás nada. – Sonrió. – Además, me gustan las sorpresas. –
Le devolví la sonrisa y le di la mano. Abrimos la puerta y entramos rápidamente
en el Mercedes de Liam ya que el tiempo ese mes en Londres traía nieve casi a
diario. Liam puso su disco favorito, Justin Timberlake, y comenzó a conducir
mientras yo observaba por la ventana esperando el momento en el que se
detuviera Dios sabía dónde.