sábado, 24 de noviembre de 2012

Capítulo siete.


No había día en Londres que no fuera perfecto. Cada día mejoraba al anterior y todo era porque Liam pasaba todo el día junto a mí. Durante mis noches de canguro, él cruzaba la calle y se ofrecía a ayudarme con James y Sophie. Siempre empezábamos jugando a Toy Story lo que dejaba a James dormido casi de inmediato. Después de acostar a James, poníamos el DVD de Toy Story y Sophie, que se la sabía de memoria, se dormía antes de llegar a la mitad de la película, lo que nos dejaba a Liam y a mí solos durante toda la noche.

Jack y Anne nos encontraban casi siempre durmiendo en el sofá, pero nunca me decían nada sobre que Liam no podía estar allí ni cosas así, al contrario. Cada mañana después de que Liam se quedara conmigo por la noche, Anne añadía a su nota de cada día un: “¿Cómo va todo con Liam?” Parecía que aprobaba mi relación y además le agradaba. Era genial, porque todo el barrio, no, todo el mundo, conocía nuestra relación.

Cuando Liam y yo empezamos a salir públicamente, llamé a todas mis amigas que habían ido a Inglaterra conmigo y nos fuimos a Nando’s a celebrarlo, y, aunque yo no sabía nada, Marta había llamado a Liam (se había convertido en una “Directioner Girlfriend” al ser pillada en una discoteca con Zayn, lo que me molestó al principio porque no me había contado nada de esa relación, aunque después me alegré mucho por ella porque sabía que le encantaba ese “negrito”) y le había dicho dónde estaríamos. Así que, como quien no quiere la cosa, se presentaron allí y terminamos cenando todos juntos. Después salimos a un local que habían reservado mis amigas pero que acabaron pagando nuestros acompañantes según ellos “porque nosotras éramos sus invitadas”. Fue un noche genial y a los chicos les encantaron mis amigas, sobre todo a Harry que, durante el camino de vuelta a casa, me dijo que no sabía quién le gustaba más: si Rebeca o Sara. Louis se reía mientras se lo contaba todo a Eleanor por teléfono y Niall estaba muy contento de haber hablado en español con chicas españolas durante tantas horas. Liam conducía y me cogía la mano cada vez que podía.

Ya llevaba dos meses en Londres y los chicos estaban preparando un nuevo videoclip. Los managers buscaban extras, actrices, djs… Sólo ellos sabían qué canción sería el nuevo hit. Harry y Liam habían convencido a los productores de que todas nosotras (Marta, Sara, Rebeca, Sonia y yo misma) participáramos en el video de alguna manera, y nos enviaron invitaciones a nuestras “casas”.

“Querida Azahara. Es un placer invitarte a participar en nuestro próximo videoclip (del cual aún no sabemos nada, pero no debes preocuparte, ya que los estilistas se encargarán de todo). Por favor, no olvides venir a casa el viernes 3 de noviembre a partir de las 15.00 h. Te quiere, Liam P.”

Viernes 3… Viernes 3… Miré el calendario de la cocina y me di cuenta de por qué me llamaba la atención esa fecha. Ese día debía quedarme toda la noche con James y Sophie ya que Anne y Jack tenían un importante viaje de negocios durante dos días y una noche… No podía creer que me fuera a perder la grabación de un videoclip con mi novio. Llamé a Liam de inmediato, pero no podía hacer nada. Todo estaba organizado para ese día. No se podía cambiar. Genial…

Viernes 3… Había llegado el día, el día en el que no vería a mi novio. James y Sophie habían llegado cansados del colegio y, después de comer, se habían ido a sus habitaciones a dormir. Estaba sola en casa. Me hice un café, le puse nubes y me senté en la ventana del salón desde la que se veía la casa de los chicos. Estaban todos, incluso mis amigas, a las que no les había dicho que yo no estaría porque quería que tuvieran la oportunidad de disfrutar de esa experiencia. Zayn abrazaba a Marta por detrás y le decía algo en el oído que hizo que la sonrisa de mi amiga se esfumara por completo. Se separó de los brazos de su novio y fue hacia Harry, Niall, Rebeca, Sara y Sonia y les dijo lo que los chicos ya sabían: que yo no estaría allí. Pero quién más me preocupaba era Liam, que estaba sentado en una esquina en el suelo con la cabeza entre las piernas y los brazos rodeándolas y a su lado estaba Eleanor, que intentaba sin éxito animarlo. Empecé a llorar y me fui de allí. No podía seguir viendo como Liam no podía hacer su trabajo. Si lo hacía mal, siempre sería por mi culpa… Acabé en la habitación de Sophie tumbada en la cama con ella y, más tarde, con James, que no conseguía dormir.

Cuando llevaba mucho dormida (o eso me pareció), sonó mi teléfono y respondí sin decir nada,  solo dejando que la maravillosa voz de mis ídolos cantando More than this en directo para mí envolviera mi cabeza. Unos segundos más tarde, Liam me pedía que mirara por la ventana del salón, por lo que bajé las escaleras, no sin antes comprobar que mi pelo estaba medio presentable y corrí las cortinas. Entonces los vi. Estaban todos en el cristal de la ventana y tenían folios en sus manos. Uno a uno comenzaron a subir los folios para mostrar un mensaje: “No pudimos hacerlo sin ti. ¿Vendrás mañana?”. El último folio era un corazón rojo sujetado por Liam que tenía los ojos hinchados, al igual que yo. Simplemente sonreí y dije que sí con un gesto de cabeza. Eso provocó que los folios que sujetaban los chicos salieran volando y Liam acabara por los aires. Busqué un folio y un bolígrafo y escribí: “Cuidado, quiero verlo mañana.” y lo puse en el cristal. Harry me vio y me señaló mientras reía. Me despedí de los chicos y me volví a acostar. El día siguiente era mi día libre ya que Anne y Jack llegarían durante el transcurso de la noche.

Desperté sobresaltada y miré el reloj. Tan sólo eran las 9 de la mañana pero había un gran barullo en la casa. Me asusté y bajé corriendo las escaleras. Anne y Jack servían el desayuno a sus hijos y a 5 chicos más. 5 chicos que vivían en frente y que últimamente pasaban mucho tiempo en esta casa. Me relajé y volví a subir, me duché, recogí mi habitación y bajé tranquilamente. Saludé a mis amigos y recibí un par de besos en la frente de mi novio antes de tomar una tostada con Nutella que me ofrecía Sophie.

- Entonces Anne, Jack, no os importa que os robemos a Azahara durante hoy y mañana, ¿verdad?
- No, para nada. Puede quedarse con vosotros siempre que ella quiera.
- ¿Cómo?
- Nada, tú quieres. – Respondió por mí Liam.
- Espera, ¿qué se supone que quiero?
- Quedarte dos días con nosotros. – Me contestó Louis.
- ¡Ah! – Mi cara de desconcierto era visible, puesto que todos reían a mi costa. – Si me dejan mis jefes…
- ¡Claro que te dejamos! Habíamos pensado irnos de picnic de todas formas hoy. Pásalo bien. – Anne me abrazó y literalmente, me echó de casa ayudada por los chicos.
- ¡Esperad! ¡No llevo nada de ropa!
- No la necesitarás.
- ¿QUÉ? – Me quedé tan rígida de repente que los asusté a todos, aunque después comenzaron a reír.
- No te preocupes, nuestra estilista te dejará toda la ropa que quieras. Además, tendrás que dejar que decida tu vestuario para esta tarde. – Me contestó lentamente Liam.
- Está bien.

La casa estaba preciosa. Decorada para una fiesta. ¿Sería eso lo que haríamos? ¿El vídeo de “Up all night”?
- ¿Qué canción es la que vais a grabar?
- Up all night. Se supone que no debíamos saberlo pero como ya empezamos ayer…
- ¿Y por qué no lo debéis saber? ¿No tenéis que ensayar antes?
- No. En esta canción no. Es todo improvisación, salvo algunos momentos en los que aparecerás tú, preciosa. – Harry me miraba con su media sonrisa tan… tan… No sé, supongo que Sara y Rebeca tendrían la palabra correcta para definir la sonrisa del moreno.
- Para, Harry, o te ganarás un puñetazo. – Me defendió Liam.
- Está bien. Pero ya está avisada.
- ¿Qué tendré que hacer, Liam? Yo no se bailar…
- Tranquila. No tendrás que bailar. En realidad nadie sabe qué hará cada uno, por lo que solo deja que Lu te prepare y resalte esa preciosa sonrisa que tienes.

Y me besó. Un beso dulce y lento pero que después se convirtió en un beso más rápido y profundo con nuestros cuerpos muy juntos, hasta que alguien tosió y nos interrumpió. Era Lou que llevaba a la pequeña Baby Lux en brazos. Dejó al bebé con Liam y me cogió de la mano para sacarme de allí. Me llevó al baño de la planta de arriba, dónde tenía todo lo necesario para arreglarme el pelo, las uñas y maquillarme además de un montón de ropa, zapatos y complementos. Empezó poniéndome una mascarilla en la cara para obligarme a no mirar y relajarme. Siguió con el pelo y me puso unos rulos por toda la cabeza en menos de 30 minutos. Llegó el turno de las uñas, las cuales me las pintó de un rojo brillante después de limármelas y arreglármelas. Una vez hubo terminado, me retiró la mascarilla y comenzó a maquillarme de espaldas al espejo. Notaba las cosquillas de las brochas y los pinceles además del eyeliner y las pestañas postizas. Terminó no sin antes avisarme de que no abriera los ojos, que siguiera relajada, y me quitó los rulos. Noté los grandes rizos, que fue deshaciendo conforme los unía al recogido que me estaba haciendo. Notaba sus manos poniéndome ganchillos y mucha laca. Y entonces, me dio la vuelta lentamente.

- Abre los ojos cuando diga 3. – Respiré hondo y ella empezó a contar. – 1… 2… y 3.

Abrí los ojos y me quedé muda. Era increíble el cambio que había hecho en mí en tan sólo una hora. Tenía una pestañas largas y voluminosas y las sombras resaltaban mis ojos azules. El pelo lo tenía en un medio recogido con mechones rizados sueltos que me hacían la cara más delgada. Estaba perfecta. Como si fuera a celebrar mi propia boda. Lou sonrió ante mi expresión de asombro y se dio la vuelta para elegir mi vestuario.

- ¿Cuál te gusta más? ¿El vestido azul o el blanco? – Miré los dos vestidos que me enseñaba y los dos eran perfectos. Uno era azul marino de tirantes y de seda transparente con un lazo enorme y pliegues, y el otro era blanco palabra de honor con un lazo azul más pequeño que el del otro vestido.
- Me gusta más el blanco.
- A mí también. – Soltó el azul y me ayudó a ponerme el vestido blanco. – Ahora elige unos zapatos.
- ¿Los que quiera?
- Sí, claro. – Observé todos los zapatos que había en el suelo: todos eran blancos, azules o negros o una mezcla de esos colores, pero había de toda clase: con tacón alto, sin tacón, sandalias, botas…
- Me gustan éstos. – Cogí un par que eran unas sandalias de cuñas con tiras blancas y azules.
- Perfectos. Y ahora, los complementos. – Abrió un maletín y me enseñó muchas pulseras, pendientes y collares.
- Vaya… Nunca había visto tantos accesorios juntos.
- Pues esto no es nada. Sólo me he traído los que pegan con el estilo de ropa que había decidido para ti. ¿Cuáles quieres? – Vi unas perlas pequeñas y las cogí sin pensarlo. Después me di cuenta que estaban sus complementarias pulseras pero no había collar.
- ¿No hay collar?
- Sí, lo siento. – Cerró el maletín y lo puso encima de un mueble. Entonces me di cuenta: lo llevaba puesto ella.
- No, no, no importa. Escogeré otros.
- No te preocupes. Quedará genial en ti. – Ya se lo había quitado y me lo colocó asegurándose de que no se viera el enganche ocultándolo con mi pelo. Después me cogió los pendientes y me los puso mientras yo me ponía las pulseras. – Perfecta. Ahora tendrás que esperar aquí. Aún no puedes ver a los chicos. Te traeré algo de comer, pero prométeme que no te moverás de aquí. Y no llames a Liam. Tiene prohibido verte antes de la grabación, y tú ahora también.
- Está bien… Supongo que podré aguantar. Gracias por todo, Lou. – La abracé sin recordar que los ingleses no están acostumbrados al contacto físico, pero ella me devolvió el abrazo.
Tranquila. Todo saldrá bien. – Entonces se marchó y me dejó sola.

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