No había día en Londres que no fuera perfecto. Cada día
mejoraba al anterior y todo era porque Liam pasaba todo el día junto a mí.
Durante mis noches de canguro, él cruzaba la calle y se ofrecía a ayudarme con
James y Sophie. Siempre empezábamos jugando a Toy Story lo que dejaba a James
dormido casi de inmediato. Después de acostar a James, poníamos el DVD de Toy
Story y Sophie, que se la sabía de memoria, se dormía antes de llegar a la
mitad de la película, lo que nos dejaba a Liam y a mí solos durante toda la
noche.
Jack y Anne nos encontraban casi siempre durmiendo en el
sofá, pero nunca me decían nada sobre que Liam no podía estar allí ni cosas
así, al contrario. Cada mañana después de que Liam se quedara conmigo por la
noche, Anne añadía a su nota de cada día un: “¿Cómo va todo con Liam?” Parecía
que aprobaba mi relación y además le agradaba. Era genial, porque todo el
barrio, no, todo el mundo, conocía nuestra relación.
Cuando Liam y yo empezamos a salir públicamente, llamé a todas
mis amigas que habían ido a Inglaterra conmigo y nos fuimos a Nando’s a
celebrarlo, y, aunque yo no sabía nada, Marta había llamado a Liam (se había
convertido en una “Directioner Girlfriend” al ser pillada en una discoteca con
Zayn, lo que me molestó al principio porque no me había contado nada de esa
relación, aunque después me alegré mucho por ella porque sabía que le encantaba
ese “negrito”) y le había dicho dónde estaríamos. Así que, como quien no quiere
la cosa, se presentaron allí y terminamos cenando todos juntos. Después salimos
a un local que habían reservado mis amigas pero que acabaron pagando nuestros
acompañantes según ellos “porque nosotras éramos sus invitadas”. Fue un noche
genial y a los chicos les encantaron mis amigas, sobre todo a Harry que,
durante el camino de vuelta a casa, me dijo que no sabía quién le gustaba más:
si Rebeca o Sara. Louis se reía mientras se lo contaba todo a Eleanor por
teléfono y Niall estaba muy contento de haber hablado en español con chicas
españolas durante tantas horas. Liam conducía y me cogía la mano cada vez que
podía.
Ya llevaba dos meses en Londres y los chicos estaban
preparando un nuevo videoclip. Los managers buscaban extras, actrices, djs…
Sólo ellos sabían qué canción sería el nuevo hit. Harry y Liam habían
convencido a los productores de que todas nosotras (Marta, Sara, Rebeca, Sonia
y yo misma) participáramos en el video de alguna manera, y nos enviaron
invitaciones a nuestras “casas”.
“Querida Azahara. Es
un placer invitarte a participar en nuestro próximo videoclip (del cual aún no
sabemos nada, pero no debes preocuparte, ya que los estilistas se encargarán de
todo). Por favor, no olvides venir a casa el viernes 3 de noviembre a partir de
las 15.00 h. Te quiere, Liam P.”
Viernes 3… Viernes 3… Miré el calendario de la cocina y me
di cuenta de por qué me llamaba la atención esa fecha. Ese día debía quedarme
toda la noche con James y Sophie ya que Anne y Jack tenían un importante viaje
de negocios durante dos días y una noche… No podía creer que me fuera a perder
la grabación de un videoclip con mi novio. Llamé a Liam de inmediato, pero no
podía hacer nada. Todo estaba organizado para ese día. No se podía cambiar.
Genial…
Viernes 3… Había llegado el día, el día en el que no vería a
mi novio. James y Sophie habían llegado cansados del colegio y, después de
comer, se habían ido a sus habitaciones a dormir. Estaba sola en casa. Me hice
un café, le puse nubes y me senté en la ventana del salón desde la que se veía
la casa de los chicos. Estaban todos, incluso mis amigas, a las que no les
había dicho que yo no estaría porque quería que tuvieran la oportunidad de
disfrutar de esa experiencia. Zayn abrazaba a Marta por detrás y le decía algo
en el oído que hizo que la sonrisa de mi amiga se esfumara por completo. Se
separó de los brazos de su novio y fue hacia Harry, Niall, Rebeca, Sara y Sonia
y les dijo lo que los chicos ya sabían: que yo no estaría allí. Pero quién más
me preocupaba era Liam, que estaba sentado en una esquina en el suelo con la
cabeza entre las piernas y los brazos rodeándolas y a su lado estaba Eleanor, que
intentaba sin éxito animarlo. Empecé a llorar y me fui de allí. No podía seguir
viendo como Liam no podía hacer su trabajo. Si lo hacía mal, siempre sería por
mi culpa… Acabé en la habitación de Sophie tumbada en la cama con ella y, más
tarde, con James, que no conseguía dormir.
Cuando llevaba mucho dormida (o eso me pareció), sonó mi
teléfono y respondí sin decir nada, solo
dejando que la maravillosa voz de mis ídolos cantando More than this en directo
para mí envolviera mi cabeza. Unos segundos más tarde, Liam me pedía que mirara
por la ventana del salón, por lo que bajé las escaleras, no sin antes comprobar
que mi pelo estaba medio presentable y corrí las cortinas. Entonces los vi. Estaban
todos en el cristal de la ventana y tenían folios en sus manos. Uno a uno
comenzaron a subir los folios para mostrar un mensaje: “No pudimos hacerlo sin
ti. ¿Vendrás mañana?”. El último folio era un corazón rojo sujetado por Liam
que tenía los ojos hinchados, al igual que yo. Simplemente sonreí y dije que sí
con un gesto de cabeza. Eso provocó que los folios que sujetaban los chicos
salieran volando y Liam acabara por los aires. Busqué un folio y un bolígrafo y
escribí: “Cuidado, quiero verlo mañana.” y lo puse en el cristal. Harry me vio
y me señaló mientras reía. Me despedí de los chicos y me volví a acostar. El
día siguiente era mi día libre ya que Anne y Jack llegarían durante el
transcurso de la noche.
Desperté sobresaltada y miré el reloj. Tan sólo eran las 9
de la mañana pero había un gran barullo en la casa. Me asusté y bajé corriendo
las escaleras. Anne y Jack servían el desayuno a sus hijos y a 5 chicos más. 5
chicos que vivían en frente y que últimamente pasaban mucho tiempo en esta
casa. Me relajé y volví a subir, me duché, recogí mi habitación y bajé
tranquilamente. Saludé a mis amigos y recibí un par de besos en la frente de mi
novio antes de tomar una tostada con Nutella que me ofrecía Sophie.
- Entonces Anne, Jack, no os importa que os robemos
a Azahara durante hoy y mañana, ¿verdad?
- No, para nada. Puede quedarse con vosotros
siempre que ella quiera.
- ¿Cómo?
- Nada, tú quieres. – Respondió por mí Liam.
- Espera, ¿qué se supone que quiero?
- Quedarte dos días con nosotros. – Me contestó
Louis.
- ¡Ah! – Mi cara de desconcierto era visible,
puesto que todos reían a mi costa. – Si me dejan mis jefes…
- ¡Claro que te dejamos! Habíamos pensado irnos de
picnic de todas formas hoy. Pásalo bien. – Anne me abrazó y literalmente, me
echó de casa ayudada por los chicos.
- ¡Esperad! ¡No llevo nada de ropa!
- No la necesitarás.
- ¿QUÉ? – Me quedé tan rígida de repente que los
asusté a todos, aunque después comenzaron a reír.
- No te preocupes, nuestra estilista te dejará
toda la ropa que quieras. Además, tendrás que dejar que decida tu vestuario
para esta tarde. – Me contestó lentamente Liam.
- Está bien.
La casa estaba preciosa. Decorada para una fiesta. ¿Sería
eso lo que haríamos? ¿El vídeo de “Up all night”?
- ¿Qué canción es la que vais a grabar?
- Up all night. Se supone que no debíamos saberlo
pero como ya empezamos ayer…
- ¿Y por qué no lo debéis saber? ¿No tenéis que
ensayar antes?
- No. En esta canción no. Es todo improvisación,
salvo algunos momentos en los que aparecerás tú, preciosa. – Harry me miraba
con su media sonrisa tan… tan… No sé, supongo que Sara y Rebeca tendrían la
palabra correcta para definir la sonrisa del moreno.
- Para, Harry, o te ganarás un puñetazo. – Me
defendió Liam.
- Está bien. Pero ya está avisada.
- ¿Qué tendré que hacer, Liam? Yo no se bailar…
- Tranquila. No tendrás que bailar. En realidad
nadie sabe qué hará cada uno, por lo que solo deja que Lu te prepare y resalte
esa preciosa sonrisa que tienes.
Y me besó. Un beso dulce y lento pero que después se
convirtió en un beso más rápido y profundo con nuestros cuerpos muy juntos,
hasta que alguien tosió y nos interrumpió. Era Lou que llevaba a la pequeña
Baby Lux en brazos. Dejó al bebé con Liam y me cogió de la mano para sacarme de
allí. Me llevó al baño de la planta de arriba, dónde tenía todo lo necesario
para arreglarme el pelo, las uñas y maquillarme además de un montón de ropa,
zapatos y complementos. Empezó poniéndome una mascarilla en la cara para
obligarme a no mirar y relajarme. Siguió con el pelo y me puso unos rulos por
toda la cabeza en menos de 30 minutos. Llegó el turno de las uñas, las cuales
me las pintó de un rojo brillante después de limármelas y arreglármelas. Una
vez hubo terminado, me retiró la mascarilla y comenzó a maquillarme de espaldas
al espejo. Notaba las cosquillas de las brochas y los pinceles además del eyeliner y las pestañas postizas. Terminó no sin antes avisarme de que no
abriera los ojos, que siguiera relajada, y me quitó los rulos. Noté los grandes
rizos, que fue deshaciendo conforme los unía al recogido que me estaba
haciendo. Notaba sus manos poniéndome ganchillos y mucha laca. Y entonces, me
dio la vuelta lentamente.
- Abre los ojos cuando diga 3. – Respiré hondo y
ella empezó a contar. – 1… 2… y 3.
Abrí los ojos y me quedé muda. Era increíble el cambio que
había hecho en mí en tan sólo una hora. Tenía una pestañas largas y voluminosas
y las sombras resaltaban mis ojos azules. El pelo lo tenía en un medio recogido
con mechones rizados sueltos que me hacían la cara más delgada. Estaba
perfecta. Como si fuera a celebrar mi propia boda. Lou sonrió ante mi expresión
de asombro y se dio la vuelta para elegir mi vestuario.
- ¿Cuál te gusta más? ¿El vestido azul o el
blanco? – Miré los dos vestidos que me enseñaba y los dos eran perfectos. Uno
era azul marino de tirantes y de seda transparente con un lazo enorme y
pliegues, y el otro era blanco palabra de honor con un lazo azul más pequeño
que el del otro vestido.
- Me gusta más el blanco.
- A mí también. – Soltó el azul y me ayudó a
ponerme el vestido blanco. – Ahora elige unos zapatos.
- ¿Los que quiera?
- Sí, claro. – Observé todos los zapatos que había
en el suelo: todos eran blancos, azules o negros o una mezcla de esos colores,
pero había de toda clase: con tacón alto, sin tacón, sandalias, botas…
- Me gustan éstos. – Cogí un par que eran unas sandalias
de cuñas con tiras blancas y azules.
- Perfectos. Y ahora, los complementos. – Abrió un
maletín y me enseñó muchas pulseras, pendientes y collares.
- Vaya… Nunca había visto tantos accesorios
juntos.
- Pues esto no es nada. Sólo me he traído los que
pegan con el estilo de ropa que había decidido para ti. ¿Cuáles quieres? – Vi
unas perlas pequeñas y las cogí sin pensarlo. Después me di cuenta que estaban
sus complementarias pulseras pero no había collar.
- ¿No hay collar?
- Sí, lo siento. – Cerró el maletín y lo puso
encima de un mueble. Entonces me di cuenta: lo llevaba puesto ella.
- No, no, no importa. Escogeré otros.
- No te preocupes. Quedará genial en ti. – Ya se
lo había quitado y me lo colocó asegurándose de que no se viera el enganche
ocultándolo con mi pelo. Después me cogió los pendientes y me los puso mientras
yo me ponía las pulseras. – Perfecta. Ahora tendrás que esperar aquí. Aún no
puedes ver a los chicos. Te traeré algo de comer, pero prométeme que no te
moverás de aquí. Y no llames a Liam. Tiene prohibido verte antes de la
grabación, y tú ahora también.
- Está bien… Supongo que podré aguantar. Gracias
por todo, Lou. – La abracé sin recordar que los ingleses no están acostumbrados
al contacto físico, pero ella me devolvió el abrazo.
- Tranquila. Todo saldrá bien. – Entonces se marchó y
me dejó sola.